JULIAN BARNES by Ohlbaum

JULIAN BARNES by Ohlbaum

Croquetas congeladas como las de la abuela, la auténtica fabada enlatada,… son muchas las copias que recogen la esencia de lo original, imitaciones sin las que tantas experiencias auténticas resultarían inalcanzables.

Algo así sostiene el Dr. Max: “Sostengo que el mundo del tercer milenio es inevitable, ineluctablemente moderno, y que nuestra tarea intelectual consiste en acatar dicha modernidad y tachar de sentimental y fraudulento cualquier anhelo de lo que dudosamente se denomina el «original». Tenemos que exigir la réplica, puesto que la realidad, la verdad, la autenticidad de la réplica es la única que podemos poseer, colonizar, volver a ordenar, disfrutar y, por último, si así lo decidimos, es la realidad que está a nuestro alcance hallar, afrontar y destruir, puesto que es nuestro destino.”

¿Y quién es este doctor que con tanto ahínco defiende el calco? Resulta ser el consultor de Sir Jack Pitman, uno de los protagonistas de Inglaterra, Inglaterra. Esta novela de Julian Barnes plantea la creación por parte de un megalómano (Sir Jack) de un parque temático que recoja toda la esencia de lo inglés en la isla de Wight. Pero no será un parque temático cualquiera:

“No estamos hablando de un parque temático. Ni tampoco de un centro patrimonial. No hablamos de Disneylandia, la Exposición Universal, el festival de Bretaña, Legoland o el Parque Asterix. No, caballeros, hablamos de un salto mayúsculo. No buscamos turistas de tres al cuarto. Es hora de dejar patidifuso al mundo. Ofrecemos más de lo que dan a entender palabras como «esparcimiento»; hasta la expresión «ocio de calidad», por orgulloso que esté de ella, a la larga, quizá, se quede corta. Ofrecemos la cosa misma.”

Esta Inglaterra, Inglaterra lo recogerá todo, el patrimonio desde Stonehenge a los acantilados de Dover, tradiciones como la jardinería o el té de las cinco, personajes como Robin Hood o Samuel Johnson, cada detalle de la identidad inglesa desde el Big Ben hasta el bombín. Hasta tal punto triunfará el proyecto que copia y original empezarán a confundirse y, por ejemplo, la familia real terminará trasladándose al remedo de Buckingham.

Llegados a este punto sabemos en qué estás pensando. Se te han pasado por la cabeza esos hoteles de Las Vegas con sus góndolas y sus faraones, pero tu mente se ha quedado clavada en esa joya del fake que es el Poble Espanyol de Barcelona, que aunque Barnes no lo confiese estamos seguros de que dio pie a su novela después de conocerlo en alguna escapada veraniega. Dicen que es un museo arquitectónico, pero en realidad es mucho más.

En un principio construido para los seis meses que duraría la Exposición Internacional de 1929, el pueblo ha vivido de todo, comidas populares, bailes folklóricos, deportes tradicionales, ser modelo para una copia en Mallorca, incluso el servir como lugar de rodaje de varias escenas de Sierra de Teruel (L’Espoir) de André Malraux y Max Aub. Como dijera Sir Jack, es la cosa misma.

Si alguien quiere ver aquí una recomendación de supervitaminar el Poble Espanyol como solución a los actuales problemas turísticos de Barcelona, le recomendamos que se lea Inglaterra, Inglaterra hasta el final.