Molière estrenó en 1671 Las mujeres sabias, feroz crítica a la impostura de los salones aristocráticos del siglo XVII en la que aparece Vadius, un erudito especialmente pedante en el que los espectadores del momento reconocieron una caricatura de Gilles Ménage, gramático y filósofo que en esos días organizaba una conocida tertulia literaria, las Mercuriales.

Ménage nos resulta un desconocido y más si lo comparamos con Molière, pero hizo algunas importantes aportaciones que han llegado hasta hoy como el Tratado sobre los orígenes de la lengua francesa, considerado por muchos el primer diccionario etimológico francés, su Historia de las mujeres filósofas, que reconoce la aportación de las mujeres a la filosofía clásica y reivindica a las intelectuales de su época (lo dedicó a Anne Dacier) y por una anécdota, que será con lo que nos quedemos porque estamos en Periferias.

Se dice que después de leer la traducción que Nicolas Perrot, Señor d’Ablancourt, había hecho de los textos de Luciano de Samosata Ménage comentó en una tertulia literaria que “Me recuerdan a una mujer que amé mucho en Tours, y que era bella pero infiel”. Perrot había adaptado el estilo de los textos e incluso había eliminado menciones al alcohol o al sexo por considerar que resultarían demasiado groseras para el lector francés de la época. Él mismo reconocía que la traducción dejaba que desear y recomendaba a sus amigos leer el original en griego si lo tenían a mano, pero al mismo tiempo se anticipaba a las criticas en el prefacio y decía “Los diferentes tiempos quieren no sólo palabras, sino pensamientos diferentes, y los Embajadores tienen la costumbre de vestirse a la moda del país donde son enviados, por temor a quedar en ridículo delante de aquellos a quienes querían complacer”

Los debates sobre cómo debía afrontarse la traducción de los clásicos se hicieron frecuentes y el término “les belles infidèles” se extendió por todo París para denominar todas aquellas traducciones “vestidas a la moda”. Unas traducciones condicionadas por el contexto cultural y que configuraron la estética clasicista francesa de la que hoy nos hablan libros de arte e historia.

Y unos siglos más tarde la expresión de Ménage llegó a Ethan Ham, un artista y diseñador de videojuegos de Illinois. Basándose en ella realizó para la plataforma de net art Turbulence una obra interactiva en la que pudiéramos jugar con esta idea.

Benjamin Rosenbaum escribió un relato para la obra y Ham la hizo traducir por 40 traductores en 15 idiomas (hay tres versiones diferentes en español) sin que ninguno tuviera acceso más que a la versión anterior, dando lugar a un teléfono roto en el que las variaciones no se producen por un problema del canal sino por el esfuerzo de adaptación de la historia a la cultura del lector previsto. Las traducciones se integraron en una web interactiva en la que navegar por el diagrama de textos.

Puedes visitar Les Belles infidèles aquí.