¿Cómo cuentas una historia que no desea ser contada? Esta pregunta se la hicieron dos jóvenes artistas en Londres y la respuesta la encontraron en un “humanista políticamente radical”.

Frantz Fanon huyó de la Martinica de Vichy y se unió a la resistencia dominiquesa primero y más tarde al ejército regular francés hasta que su regimiento fue “blanqueado”, ayudó a Aimé Cesaire a convertirse en alcalde de Fort-de-France, estudió medicina y psiquiatría en París, fue jefe de servicio en un hospital psiquiátrico en Argelia, se unió secretamente al Frente de Liberación Nacional y murió en Estados Unidos a los 36 años.

Su estudio desde la psicopatología del papel de raza, clase, cuerpo, lenguaje y cultura en la discriminación y el colonialismo influyó al Ché y a Foucault, a milicianos y a feministas. En Piel negra, máscara blanca Fanon habla de cómo para que el negro pueda vivir en una sociedad blanca debe transfigurarse, como al hablar, “emplear una cierta sintaxis, poseer la morfología de ésta o aquella lengua, pero, fundamentalmente, es asumir una cultura, soportar el peso de una civilización.” Así, la conciencia de la persona negra queda sometida al proceso de “negrificación” cultural impuesto por el blanco con quien se establece entonces una relación dialéctica (¿te suena a Hegel y Marx?, algo hay…)

Por eso, Larry Achiampong & David Blandy con la serie Finding Fanon deciden recorrer su ideario para examinar políticas raciales, racismo o estructuras post-coloniales, así como su influencia en nuestras relaciones entre las promesas de las nuevas tecnologías, la cultura popular y la globalización.

En esta trilogía inconclusa (la segunda entrega se estrenó en septiembre en el Brighton Digital Festival) se solapan varios relatos, cómo sus familias se relacionan con la historia colonial, cómo su relación se construye a través del espacio virtual o las reflexiones sobre qué es eso de la condición post-humana desde la contemplación de un paisaje generado con el motor de animación de Grand Theft Auto 5.

“Como un animal arrinconado debemos presentar batalla. ¿Por qué? Sencillo, porque ya no podemos respirar. La piel cambia el modo de experimentar el mundo.” Solo que esta piel no siempre es la de nuestro cuerpo: “¿queda algún remanente de sus obras incrustado en la cima de esa montaña? ¿Sobre ese cielo renderizado?”