El 21 de noviembre de 2014 la web de la BBC publicaba un artículo en el que se decía que la escritura a mano desaparecería del sistema educativo finés para estudiarse mecanografía y letra impresa a partir del curso 2016-2017.

En realidad la noticia no era del todo acertada, lo que desaparecía era la caligrafía tradicional que todos hemos fijado en nuestro cerebro a base de repetir decenas de veces Mi mamá me mima en un cuaderno Rubio y se centraba a la letra de imprenta, la que ahora lees y que no te insiste en que noseseparaellápizdelpapel hasta que no termina la palabra. Mecanografiada y también escrita a mano, el cambio no está en el descarte del lápiz o el bolígrafo sino en la atomización de la palabra. El verdadero fin de la modernidad, la definitiva fragmentación del lenguaje.

Al fin y al cabo hoy por hoy cada vez son menos las personas que escriben habitualmente a mano, y como la falta de hábito convierte nuestros escritos en recetas médicas cada vez son más quienes utilizan las mayúsculas para escribir anotaciones y listas, que es lo que se escribe a mano en estos tiempos. Al menos eso nos dicen, que no escribimos a mano, que nos gustan las charlas TED y que echamos col a los batidos.

Pero la escritura no sólo es una secuenciación de signos para transmitir un mensaje, escribir a mano tiene una componente formal que plasma en cada palabra trazada matices semánticos y elementos propios de quien escribe. La palabra escrita es representación gráfica de un sonido o conjunto de sonidos que constituyen una unidad léxica y también es dibujo, un trazo que nos guía por su significado.

Quizás por eso la decisión finlandesa contrasta tanto con otras cosas que ocurren a nuestro alrededor como la proliferación de libros para colorear destinados a adultos estresados o lo trendy que se ha vuelto el lettering. El rotulador carioca, la pluma y el pincel se enfrentan al mundo multipantalla de las prisas y la productividad, ya sea a golpe de mindfullness o de “Deja ese trasto y estate a lo que estás”.

Porque con la caligrafía cada palabra se recorre al escribirla, se traza su forma y su significado. Esta concepción de la escritura trasciende el recrearse en la forma como proponen algunas de esas prácticas antiestrés, no se trata de dejar de pensar en otras cosas, sino de construir su sentido, de reflexionar cada morfema como ocurre en el shodō, o camino de la escritura japonés.

Y es por esto que la próxima vez que hagas la lista de la compra, te invitamos a que lo hagas a conciencia, pensando en cada bocado de esos tomates, en cada cucharada de azúcar en el café.