Nigeria es el país con mayor número de príncipes herederos del mundo, y todos hemos recibido mails de algunos de ellos porque allí no hay banca online y necesitan ayuda cada vez que quieren sacar algo de dinero al extranjero.

Bueno, a decir verdad, los príncipes nigerianos no siempre son príncipes, ni nigerianos. A veces se trata de funcionarios, de oficiales del ejército, o de compungidos amigos de personas presas o secuestradas.

Santa Inocencia

Santa Inocencia

Y tan apremiantes mensajes, que ofrecen jugosas recompensas a cambio de un poco de colaboración (qué sería de la humanidad sin un poco de generosidad aquí y allá), acaban siempre en la papelera si es que alguna vez esquivan la carpeta de spam, que a estas altura todo el mundo sabe que eso es un timo. Pero, ¿y qué pasa si abrazamos el fake?

Pues Joan Fontcuberta, artista y ensayista escéptico, investigador de las mentiras que esconden las ideas de realidad y verdad de la imagen, y que participa en esta edición con la exposición El ojo inocente, se preguntó eso mismo cuando una mañana en su bandeja de entrada se plantó el capitán Tom Hook.

Este moderno Capitán Garfio había tenido suerte, había contactado con Monseñor Fontcuberta, de la Sagrada Familia. Todos esos millones podrían acabar en buenas manos. Pero como ya sospechas, el clero nunca ha sido muy ducho con la informática, así que las demandas del militar pronto fueron superadas por las del sacerdote.

Santa Inocencia

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La cadena de mails se prolongó durante semanas y terminó convirtiéndose en Santa Inocencia/Holy Innocence, un proyecto que explora a través de este e-epistolario las posibilidades narrativas del spam, el fake en bucle (y también los límites de la paciencia del señor Hook).

Este proyecto está recogido en el libro Santa Inocencia editado en 2009 por la Fundación Santa María de Albarracín, que recoge todos esos mails en inglés y español y dos filtros para poder leer cada idioma eliminando el otro, porque también en esas sutilezas de la traducción se acaban escabullendo las verdades.