La gente de Periferias me ofrece escribir sobre la «nueva comedia» y el «posthumor». La verdad es que no tengo mucho que decir al respecto; de hecho, no suele interesarme la comedia. No soy una persona alegre, en mí se hace patente una gran falta de ánimo e iniciativa; un embobamiento que con el tiempo he aprendido a respetar. Aun así todo lo que hago está atravesado por el humor y se valora como humor por lo que, a fin de cuentas, tiene sentido que esté aquí hoy entre vosotros. “Hoy” en internet, ¿no?

Si en mí existe un deseo, o una alegría (aparte de la alegría fundamental de querer y ser querido), es la alegría silenciosa que me reporta el registro de pensamientos fugaces que llevo a cabo desde hace años y que constituye el material que explico en los Ultrashows, los dibujos y los libros. Este registro se asemeja muchísimo al humor, está tejido de él, casi no se distingue de él, y la confluencia es aún mayor en tanto que me sirvo del tono humorístico para comunicarlo. Pero no me siento cercano al humor declarado, no empatizo con el humor profesional. En mi caso creo que es más adecuado decir que me alegro de poder explicar mis pensamientos ante una audiencia y de sazonarlos con gracietas. Me crezco al sentirme escuchado, me encuentro en mi salsa y me gusto: Aparece el buen humor del niño mimado… Entiendo que esta autocomplacencia puede resultar repugnante a aquellos que no simpaticen conmigo. Es lógico e inevitable.

Hemos llegado a la conclusión de que el humor lo recubre todo, pero no es el detonante del contenido. Ahora escribiré sobre algunas cosas que conforman mi trabajo y son importantes para mí.

Los cuerpos y sus mezclas

Miguel Noguera. Los cuerpos y sus mezclas

Miguel Noguera. Los cuerpos y sus mezclas

En muchas anotaciones se describen cuerpos, formas, procesos físicos, cualidades materiales… En ese sentido estoy mucho más cerca de la pintura que del humor. Cuando explico las ideas me atrae mucho la corporeidad de lo que nombro, me alegro más por tener algo que decir que por el contenido de lo que digo. Sé que en tal o cual idea aparecerá un niño, habrá un ataque, alguien romperá un cristal, ¿cómo lo romperá? ¿cómo será el ataque? Ahí empieza el gozo, el paladeo autocomplaciente… Por fin tengo algo concreto y cierto que comunicar; 1 no una opinión, no una ironía, no un chiste; sino una mezcla de cuerpos de la que nacerán nuevos cuerpos. ¿Qué sonido hará el cristal al romperse? Ahí cabe el grito, y si me apuráis el canto. Cuando nombro cuerpos me siento seguro y me energizo. Permitidme la frivolité: más que gags diría que las ideas son gadgets… ¡Bravo! ¡Muy bien! Gracias, gracias… (el cerdo se arenga y lo agradece).

Lo vivido

Miguel Noguera. Lo vivido

Miguel Noguera. Lo vivido

Todas las anotaciones tienen su origen en algo que acabo de ver u oír. El fogonazo siempre ocurre a propósito de algo. Las fantasiettas —¡uf!— que anoto se me ocurren de golpe, se me aparecen como algo dado, no nacen del esfuerzo. Surgen de lo vivido. Cuando reviso las notas compruebo que las ideas apenas difieren de lo vivido, que apenas añadí un giro estúpido para convertirlas en una información manejable. Lo vivido es fundamental, estamos ante una arteria muy profunda, cuidado… Si no fuera por la dimensión de lo vivido podría inventar ideas como churros sentado en un taburete o explicaría las ideas de los demás; pero no, solo me atrae lo que me sale al paso en la vida. Lo vivido se impone como algo sagrado. Lo vivido es el rasero. Hay un tufillo místico en todo esto. A veces una tarde insípida se legitima gracias a que en medio del tedio ha surgido una fantasietta. “Era necesario atravesar la desazón de esta tarde para llegar hasta ti, fantasietta”. No sé a vosotros, pero a mí esto me huele a mística desleída; pero mística al fin y al cabo.

Relajación de la conciencia o cierta estupidez

Miguel Noguera. Relajación de la conciencia o cierta estupidez

Miguel Noguera. Relajación de la conciencia o cierta estupidez

La estupidez, la bobada o el debraye, 2 es un terreno creativo como cualquier otro. Me atrevería a decir que es la porción sumergida del ingenio. No es nada simple la estupidez, cuidado. Es muy rica, constantemente provoca momentos insólitos, en ocasiones llenos de matices. A ella se llega si se acepta cualquier cosa, es decir, hay que hacer un trabajo negativo, abrir el espectro de las opciones posibles, no descartar nada. Y una vez palpemos la estupidez veremos que de ella emanan innumerables opciones. A ella llegamos multiplicando lo posible y ella a su vez nos ofrece múltiples posibilidades… Estamos en Canaán.

Ahora, por favor, os ruego máxima concentración, voy a plegar la estupidez sobre sí misma: En verdad os digo que no solo manejo la estupidez, sino que lo hago de forma distraída. La recorro empanado. Salto de estupidez en estupidez para no quemarme, para no esforzarme, para no aburrirme. Pienso que “si junto muchas ya funciona”, o también “más importante que las ideas es el vacío que las separa, el puro pase”. En fin, practico una especie de impresionismo mental a fin de que un destello me sorprenda en la velocidad. Intento que el estado de distracción que da lugar a los fogonazos también esté presente cuando los comunico… Bueno, fogonazos o FOGONÁZOT.

Ah, se me olvidaba añadir la pereza, mi motor más querido. En cierto modo, todo lo que hago se basa en cumplir con la pereza, en no rebasar lo que considero estrictamente necesario. Pregunto, ¿soy una nadadora sincronizada? ¿Me debo a una figura externa? En absoluto, soy el puro reverso. En mí, el esfuerzo es ausencia de claridad y carece de valor intrínseco. El esfuerzo es una lástima.

La paz

Miguel Noguera. La paz

Miguel Noguera. La paz

Bueno, y así hemos llegado a la paz, parad el coche. Este apartado es confuso. Por paz entiendo algo más cercano a la muerte que a la vida, algo similar a una entelequia puesta dentro de la vida. Una actividad estanca, recurrente, con fin en ella misma. Lo opuesto a la apertura y la novedad. Un enquistamiento, un gozarse en lo negativo. 3

Las anotaciones son la única comunicación que me distingue de la nada (más allá del amor, claro, es la segunda vez que me veo obligado a reivindicarlo, por dios). Y lo que más me alegra y reconforta es sentir que no quiero otra cosa, que no hay nada nuevo por hacer, que se acabó. Solo queda repetir cada vez más intensamente, más ricamente, ahondar en lo mismo, diversificar lo mismo. Esa es mi paz. Pura repetición gozosa hasta la muerte. Sentir que hay poco por hacer y mucho tiempo por delante. Paladear lo poco que se es. Paladear la impotencia. 4

La vía hermética siempre me ha gustado (el pequeño monje en su gruta con la Biblia y una vela). Ser más y más puro, estar más y más podrido… ¡Qué coño, voy a por el cabrales! Esta imagen es recurrente: Una generosa alfombra de piel de testículo contraída. Yuxtaponer intensidades puntuales. Extender densidad. Ofrecer contracción a granel.

Para terminar, quiero ampliar lo del monje en la gruta; no lo he mencionado porque sí. No soy creyente, incluso me resulta difícil respetar como es debido a los que creen. Aun así no puedo dejar de escuchar música sacra de todas las épocas; el estilismo de los curas y las monjas me resulta atractivo aunque no puedo evitar considerarlos colectivos enfermizos; adquirí una Biblia, es infumable, pero me alegro de tenerla; me gusta mucho entrar en las iglesias y en las catedrales, también me congratulo por las iglesias modernas y su grave minimalismo sagrado; las librerías católicas me seducen aunque luego no tengo nada que comprar en ellas. El hecho es que retozo a fondo perdido en esa mierda religiosa, y sé que seguiré haciéndolo. Ahora estoy tomando clases de canto para entrar en un coro que interprete repertorio sacro… La polifonía sacra. Arvo Pärt. El posthumor. Yo leo a Kierkegaard. La nueva comedia. Muchachada Nui. John Tavener. Los Venga Monjas. Velas… velas encendidas… Chiquito… Ahhh… El gótico…

Y finalmente, aparece el humor

¡Por dios!, ¿qué queréis que os diga? La socarronería, el desenfado y el buen humor nos han acompañado como gatitos fieles durante todo el texto.

¡Aplaudamos a esos gatos!

(Nuestro aplauso asusta a los gatos, que huyen HACIA NOSOTROS).


1. ↑ ¡Declaro inaugurados los pies de página! ¡Bravo! (No tengo nada más que añadir a este primer pie, lo he puesto solo para abrir la veda, es un chupinazo hueco… No, no, solo quiero enfatizar en lo mucho que me atrae la descripción verbal de los cuerpos y los procesos precisamente porque es uno de los pocos momentos en los que tengo algo claro en la cabeza. La verbalización del resto de mis pensamientos es deficitaria y vacilante. Carezco de una opinión formada sobre la mayoría de las cuestiones; prueba de ello es que durante una discusión olvido qué postura estaba defendiendo o caigo en la cuenta de que mis argumentos se contradicen entre sí y me veo obligado a excusarme y darle toda la razón al otro sin asomo de ironía. Por eso me siento tan dichoso cuando intento —me conformo con sentir el intento— explicar cómo son, cómo están colocados algunos cuerpos, o cómo ocurren las cosas más simples; porque no hay nada que opinar o argumentar, tan solo describir cuerpos y acontecimientos. Hablar claro de lo que es claro.)

2. ↑ Debraye es un término mejicano que según mis consultas viene ser algo así como divagar, desvariar, decir tonterías, enrollarse, y a veces también rallarse. Por ejemplo: “¡Todo esto es un auténtico debraye!”, o “¡Perdonadme, estaba debrayando!”.

3. ↑ Risa de satán, como señaló mi amigo Jonathan Millán… Veréis, hace un tiempo la editorial Blackie Books organizó una especie de porra en Facebook en la que se invitaba a definir mi trabajo en pocas palabras y Jonathan propuso risa de satán. La definición me gustó mucho, vuelvo a ella a menudo. Risa de satán, como un negativo de la fe, una carcajada ante el accidente desgraciado, inevitable y absurdo. Hay en mí una satisfacción malsana cuando compruebo cómo la catástrofe se impone al sentido. Me entra una alegría rabiosa al ver cómo todo se desmorona. Me encolerizo victorioso. Supongo que es la venganza del depresivo, que se reconcilia con la vida cuando ve que esta se quiebra, que solo se anima ante el desánimo, que solo se goza en lo negativo.

4. ↑ No quiero llevaros a engaño; me estreso con terrible facilidad, la paz es un motor y un refugio, no una realidad en la que me halle sumido permanentemente. Pero la busco, ¿eh? El objetivo ideal sería nadar en el estanque de una producción homogénea, muy extensa, llena de momentitos, dibujitos, explicacioncitas, recuerditos. Un corpus formado por puntos discretos legibles por separado. Cada uno elaborado con cuidado y aun así con la despreocupación de saber que es uno de miles.


 

Miguel Noguera

Miguel Noguera (foto Lorenzo Ordás)

Miguel Noguera (foto Lorenzo Ordás)

Miguel Noguera (Las Palmas de Gran Canaria, 1979) licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, es  escritor, dibujante, actor y creador de los legendarios Ultrashows.