Lázaro se levantó porque sonaba una rumba de Peret.
Anónimo.

A los que formamos y hemos formado Periferias, como a tanta gente, una de las cosas que nos une, es nuestra devoción por la música de Pedro Pubill Calaf “Peret”.

La noticia de su muerte, el pasado 27 de agosto, nos conmocionó pero, como ocurre paradójicamente al recordar a Peret, resultó difícil entristecerse, ya que las alusiones a la alegría de vivir en su obra constituyen una inyección de optimismo que casi podría resucitar a un muerto como escuché el otro día decir a un gitano.

En los últimos años, Peret estaba viviendo una segunda juventud artísitica, lejos ya de su etapa de pastor de la Iglesia Evangélica que le apartó de la música durante diez años hasta su reaparición estelar en la clausura de las Olimpiadas de Barcelona en 1992.

Ha sido habitual entre la crítica equiparar a Peret a una especie de Johnny Cash o Bob Dylan patrio, cuando quizá hubiera sido mucho más certero establecer la comparación como un híbrido entre Elvis Presley y Beny Moré, que representan lo que en realidad marcó la educación sentimental del gitano de Mataró: el rock y la música cubana. Y siempre, además, desde una perspectiva hedonista, la de los reyes del rock y el son, más que desde la óptica grave y severa de cantautores como Dylan o Cash.

En cualquier caso, la obra musical que Peret nos lega es un genuino canto a la vida que constituye una gran aportación a la cultura española del último medio siglo. Un cancionero que erige un patrimono artístico clarividente y vital. “La noche del hawaiano”, “Una lágrima”, “Saboreando”, “Borriquito”, “El muerto vivo”, “Chaví”, “El mig amic”, “Gitana hechicera”, “Yo soy la rumba”, “El Gitano Antón”, “Es preferible”, “Que levante el dedo”,  “Don Toribio Carambola”, “Canta y sé feliz”, “Tracatrá”,  “Amor a todo gas”, “No se pué aguantar”,  “Si fulano fuese mengano”, “Jalamandrú” o «Yo soy gitano» conforman un corpus incontestable. Un tesoro artístico no sólo en el campo de la rumba catalana, que también, sino en el de la música popular de todo el mundo.

En el S. XXI, Peret actuó dos veces en la provincia de Huesca, la última en el añorado Jai Alai en 2010, y la anterior, en el año 2008, en una actuación memorable en el festival Pirineos Sur que nos dejó un recuerdo indeleble. Pura alegría de vivir. Nos quedamos con ella. ¡Hasta siempre y gracias por todo, Rey de la Rumba!

Foto: Pirineos Sur.