Bajo este título se presenta una exposición en el CDAN que reflexiona sobre el impacto de la industria minera en la tierra, el paisaje, el medio ambiente y la sociedad. La minería es una actividad practicada desde la prehistoria, aunque es a partir del siglo XVIII con la Revolución Industrial y la consiguiente sustitución del carbón vegetal por el fósil, cuando su huella se hace plenamente visible sobre el interior y exterior de la corteza terrestre. La representación artística de dicha industria abunda en el arte moderno, aunque parece llamada a desaparecer debido a la reconversión climática. Un periodo de la historia, un modo de producción económico y un sistema de vida social, que toca a su fin con la descarbonización y su sustitución por las energías renovables. Cielos abiertos. Arte y procesos extractivos de la tierra es una muestra que reúne más de treinta artistas y un número similar de obras agrupadas en torno a seis secciones temáticas (Historia – Proceso – Humano – Minas, canteras y graveras – Reconversión – Materia), junto a un caso de estudio dedicado a las Cuencas Mineras de Teruel (Andorra). Esta exposición, enmarcada en el Festival Periferias 20.0 Raíces y cables, intenta ofrecer una mirada poliédrica, diversa, múltiple y, a veces, antagónica en los contenidos de unas obras que reflexionan sobre la relación entre la naturaleza y la tecnología, la ecología y la ciencia o el pasado y el futuro.

Mineros trabajando. Diego Arribas (1992)

DIEGO ARRIBAS. Mineros trabajando (1992)

La minería es una actividad económica del sector primario representada por la explotación o extracción de los minerales que se han acumulado en el suelo y subsuelo en forma de yacimientos. La extracción de minerales de la naturaleza nace con la humanidad, ya desde el Paleolítico el hombre se valió de la piedra, la madera y los huesos para fabricar sus primeros útiles de trabajo. Cabe señalar que la minería es una de las actividades más antiguas, fue a partir del Neolítico y sobre todo de la Edad de los metales (cobre, bronce, hierro), comenzó cuando el hombre utiliza diversos minerales para la fabricación de herramientas, armas y monedas. Ello permitió en la Península Ibérica el desarrollo de culturas como Los Millares o El Algar, en el caso de Aragón, encontramos yacimientos arqueológicos en Calcena, Albarracín, Bielsa, Benasque, Calamocha o Fuembuena. Con el comienzo de la explotación se inicia la relación comercial. El aprecio de los metales generó su valor como unidad de cambio, dando lugar al nacimiento de la moneda. El primer problema ecológico derivado de la actividad minera se encuentra en el empleo abundante de madera, lo que conllevó la desaparición de bosques, similar al caso de la agricultura y ganadería en busca de tierras de cultivo y pastos para el ganado. El acceso y explotación de los recursos mineros es la base de la colonización romana de la península, un caso que se puede extrapolar a América, siendo primero el oro antillano y luego la plata de Nueva España, Perú y Potosí el objetivo de los reyes y nobles españoles. La excepcionalidad del suceso americano hizo retraer la minera peninsular en esta época.

La Revolución Industrial fue un punto de inflexión pues dio lugar a un nuevo modelo de producción y consumo, dado que sus innovaciones tecnológicas (industria siderúrgica y máquina de vapor) cambiaron de raíz la extracción minera. Este hecho conllevó el fin del uso del carbón de origen vegetal y su sustitución por el fósil. El carbón (antracita, hulla, lignito) se convirtió a partir de mediados del siglo XVIII en la principal fuente energética y la minería se transformó en un sector estratégico de la economía mundial. No obstante, en el siglo siguiente las condiciones de trabajo para hombres, mujeres y niños fueron deplorables en jornadas laborales excesivas, falta de seguridad en las minas, ausencia de sanidad y seguro, así como confinamiento en barracones. Es a mitad del siglo XX con los nuevos métodos de explotación, la mecanización de las labores o los sistemas de seguridad en el trabajo los que han hecho posible una protección social del trabajador minero. En el caso de España, su historia de explotación minera puede dividirse en tres periodos. El primero comprende el siglo XIX donde la península se convierte en una zona minera muy valorada en Europa lo que conllevó la entrada de capital extranjero, dada la incapacidad de la iniciativa española para explotar nuestra riqueza minera. El segundo periodo se extiende al primer tercio del siglo XX, en donde la producción minera española pierde importancia a nivel internacional, al mismo tiempo que el capital nacional empieza a sustituir al extranjero, destacando el desarrollo de las cuencas mineras de Asturias, León, País Vasco, Rio Tinto y Almadén. El último periodo abarca desde el final de la Guerra Civil hasta la actualidad, y se caracteriza por el predominio de la minería del carbón, por la explotación a través de empresas públicas y por la mejora de las instalaciones y condiciones de trabajo gracias a las huelgas y protestas obreras. No obstante, a partir de la década de los años ochenta la industria minera empieza un periodo de reconversión y cierre de los pozos ante la demanda de la Unión Europea por la mejora del medio ambiente.

Zwelethu Mthethwa. Goldmine 1, 2, 3 (2005)

ZWELETHU MTHETHWA. Goldmine 3 (2005).

Gran parte de la sociedad, ya sea por falta o exceso de conocimiento, desinformación interesada o inexactitud de los datos, aún ignora los graves efectos que el calentamiento global esta causando en el cambio climático. Las actividades humanas han provocado un aumento de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera lo que tiene efectos negativos en los sistemas físicos, biológicos y humanos. El crecimiento de la población, el consumo desmedido de recursos no renovables, el aumento en la demanda y la producción de energía obtenida mayoritariamente a través de combustibles fósiles han supuesto que el planeta haya entrado en lo que una parte de la comunidad científica ha denominado el Antropoceno: una nueva era geológica motivada por el impacto del ser humano en la tierra que sustituye al actual Holoceno. Aún cuestionando el término en sí, pues señala a toda la humanidad como causante del daño ecológico del mundo y no a las políticas neoliberales, coloniales y capitalistas de los países occidentales, principales responsables tanto del cambio climático como de la ausencia de medidas efectivas para luchar contra el mismo. La realidad es que el calentamiento global ha supuesto el derrite de los glaciares, el aumento del nivel del agua, la aparición de fenómenos naturales de gran violencia (sequías, lluvias, incendios o huracanes) que acarrean la muerte de fauna y flora, así como la destrucción de medios de subsistencia. A estos fenómenos meteorológicos se añaden diversas formas de polución y contaminación, como los plásticos que invaden los océanos y amenazan a múltiples especies marinas.

La humanidad entera, salvo los negacionistas, somos conscientes que el planeta se encuentra ante un cambio sin precedentes, por ello no debemos ignorarla o evadir esta realidad, sino lograr entenderla.

Las exigencias medioambientales comunitarias llevarán en 2030 a la desaparición de dos tercios de los empleos en minas y centrales, principalmente, en los países del este de la UE. Más de 160.000 empleos directos del sector del carbón –entre mineros y trabajadores de centrales térmicas– están en riesgo en Europa en el proceso de transición hacia una economía libre de gases de efecto invernadero. Junto al drama social, otra de las realidades que la agenda ecologista pasa por alto es la geopolítica, es decir, el efecto colateral que el descenso del nivel material de vida de gran número de personas y los graves costes a la clases pobres y trabajadoras. De igual modo, un final repentino del uso de estos combustibles, que algunos países necesitan para su desarrollo y existencia, provocaría una factura política de imprevisibles consecuencias en países no occidentales. Una situación la actual que, además, es testigo de cómo los conflictos ecológicos por la extracción, la distribución de recursos y la evacuación de residuos, con la transferencia de costos ambientales, se trasladan a países pobres y políticamente débiles. Igualmente el oxímoron del concepto “desarrollo sostenible” se presenta inviable pues no hay posibilidad de sostenibilidad ante un sistema en contino crecimiento. En todo caso, debería de ser utilizado en aumentar el ocio y la calidad de vida, y no expandir la producción y consumo. Desde la Conferencia de Estocolmo (1972) y Rio (1999), pasando por el Protocolo de Kioto (2005), el acuerdo de París (2015), las múltiples Conferencias de Partes (COP), celebradas en diversas ciudades del mundo, la aprobación de Naciones Unidas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible o del reciente surgimiento de Fridays for Future (Juventud por el cambio), un movimiento juvenil que lidera la protesta global y que es heredera directa de los activistas antiglobalización, todos ellos intentan de buena fe  “salvar al planeta” pero, a menudo, se pasa por alto que el cambio climático no se puede evitar, que la realidad no informa que tan sólo podemos reducir sus efectos y adaptarnos a sus consecuencias, es decir, podemos combatirlo a nivel político, económico, social y, sobre todo, individual.

BERND & HILLA BECHER. Förderturm ca. 1920, Glasgow

BERND & HILLA BECHER. Förderturm ca. 1920, Glasgow (1968).

 


Autor

JUAN GUARDIOLA

Juan Guardiola (1965) es licenciado en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid y realizó sus estudios de doctorado en Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense de Madrid; recibió una beca de la Escuela de Arte de la Universidad de California en Los Ángeles y otra del museo Guggenheim de Nueva York-Bilbao. Es escritor de arte y colabora en diversos medios. En 1992 obtuvo el premio Espais a la crítica de arte (Girona). Ha trabajado como comisario independiente de exposiciones de arte contemporáneo y programas de cine y videocreación y ha sido conservador del Departamento de Exposiciones Temporales y Publicaciones en ARTIUM, Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo (Vitoria-Gasteiz), conservador jefe en MACBA, Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona y actualmente es director del CDAN (Centro de Arte y Naturaleza) en Huesca. Ha participado en numerosos libros y publicaciones, entre las cuales cabe destacar las dedicadas a estudios postcoloniales: Filipiniana (Casa Asia, Barcelona, 2006) y El imaginario colonial. Fotografía en Filipinas durante el período español, 1860-1898 (Casa Asia, Barcelona, 2006), y la edición del libro y dvd Filipinas: Arte, Identidad y discurso poscolonial (Ministerio de Cultura, 2008).